Dejadnos la esperanza

Dos días después, o tres, recién terminadas las elecciones afloran las mentiras, pero tú y yo ya nos las comemos. Como se las comen las familias de 10.000 niños y niñas de Madrid que no tendrán plaza en las escuelas infantiles públicas de la capital, las que gestiona Almeida, y se las comerán todos los escolares de la Comunidad de Madrid porque Ayuso les acaba de subir el 12% el menú escolar.

Acabamos de votar, unos tal vez por inercia, otras convencidas, muchos con descontento, o con rabia, algunos con escasos datos, sin saber, no faltan despolitizados o sectarizados, con prejuicios ancestrales, irracionales, tal vez como plagio del discurso mediático dominante que nunca es el nuestro, el de la mayoría, el de la clase trabajadora.

Los pobres votan a los creadores de su pobreza, o no votan, dejando el espacio y el tiempo a quienes si lo harán para no cejar en la defensa de sus intereses, Y así, la rueda de la explotación sigue su curso histórico, imparable, incluso conocido su final de desolación. Pero no nos damos cuenta, o no lo suficiente.

Cuando el desaliento inunda las avenidas de la esperanza, la ilusión se marchita, el pozo negro crece, y salir es cada vez más difícil, las articulaciones se niegan a jugar y llega la parálisis. Ahí sí que somos vulnerables.

Y el egocentrismo infantil y avaro no ayuda.  Desenfoca la realidad, la confusión crece y el desastre está servido. ¡Ya basta de yos!, necesitamos un nosotros al que sumarnos, donde acumular nuestras fuerzas, imaginación e imaginería, si hiciera falta.

Aun no estamos ciegos, sordos, mudos, inválidos, del todo. Mientras los sentidos continúen alerta, alguno de ellos al menos, cabe no desesperar y continuar en el empeño de una vida mejor, al menos digna.

En unos días volvemos a tener la oportunidad de definirnos, y aunque resulta difícil imaginar un cambio radical y repentino de nuestras conciencias y consciencias, toca gritar a la esperanza, incluso a la compasión por nosotros mismos.

Decía Miguel Hernández:

Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.

Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa
con su ruidosa cama.

Florecerán los besos
sobre las almohadas.
Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.

El odio se amortigua
detrás de la ventana.

Será la garra suave.

Dejadme la esperanza

6 comentarios en “Dejadnos la esperanza”

  1. Buen artículo. Soy muy de Miguel Hernández y la esperanza y el ánimo de lucha no se pueden perder, pero las perspectivas no son buenas muy poco purblo digno y muchos salvadores de la patria y el pan (suyo sobre todo) es lo que hay.

  2. La falta de la cultura del avance cultural, de progreso, de más y mejor civilización entre los seres humanos, de mayor y más profunda interrelación interracial, nos hará mejores y avanzaremos un paso más en la evolución entre humanos del mundo. El fascismo, el Capital y las Religiones, históricamente lo han impedido hasta hoy. Sumemos acción.

    1. Deja las drogas.

      Si bebes no conduzcas, y de paso mejor ni escribas.

      Alfonsito de mi vida y de mi corazón.

  3. Loquehayesmierda

    Pufff…

    Deberías lavarte/lavaros la boca con lejía antes de mencionar a Miguel Hernández.

    Luego ponéis la alfombra roja a la derecha local. Que patéticos, perdéis el culo por las subvenciones.

    1. Es lo que hay Sanse, no tiene ningún tipo de subvención y nunca la ha solicitado, nacimos a escote y a escote seguimos.

    2. Se habla de la derecha porque, aparte de lo que pensemos aquí cada uno de nosotros, hacemos honor al nombre del medio.
      Es lo que hay (en) Sanse

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