Todos los días deberían ser de la Tierra, y no solo el 22 de abril.

Nuestro planeta la Tierra, como sabe todo el mundo, está amenazada seriamente por la especie humana, por el modelo de desarrollo que ha seguido, basado en un sistema de sobreexplotación de los recursos naturales y de contaminación constante, masiva y creciente. Este modelo, sin duda acabará con el Planeta, y no sucederá un día concreto a una hora determinada, sino día a día, pues desde hace ya mucho tiempo acechan huracanes, sequias, incendios de bosques, riadas, desprendimiento de los glaciares, y demás acontecimientos climáticos y medioambientales, que de no evitarlo se llevará por delante la vida.

Este destructivo modelo, que pone en serio riesgo el futuro de las especies naturales, de las que los humanos somos una más, está sustentado principalmente en el egoísmo y falta de inteligencia. Es un sistema basado en la acumulación, el derroche y el despotismo, en el que se inspira el modelo capitalista que actualmente gobierna el mundo, que con certeza terminará exterminándonos. De este genocidio no se salvará nadie, ni tan siquiera los acaudalados hombres del poder, pues también estarán expuestos a los desastres medioambientales que el cambio climático provoca.

Estos señores, carentes de inteligencia natural e incapaces de entender y apreciar la maravillosa aventura que inició la especie humana, creyéndose además con el derecho a destruir millones de años de evolución biológica y cultural que nos ampara, son los verdaderos responsables de la destrucción creciente del Planeta.

Los representantes de la devastación, señores de las guerras, amos de la destrucción y de la barbarie, siguen dominando el mundo e imponiendo su modelo económico.  Su estrategia consiste en la explotación de los recursos que pertenecen a todas y todos, para beneficio privado de unos pocos pertenecientes a las oligarquías financieras. Se apropian indebidamente de los recursos naturales, de la fuerza de trabajo, de los avances de la ciencia y de la tecnología, controlan los estados, los medios de comunicación, el mercado y las ideologías.

Este poder, prácticamente ilimitado, es el responsable principal del deterioro creciente del planeta, por lo que, si queremos salvarle, habrá que cambiar el modelo en el que se basa el actual sistema de desarrollo humano. Debemos también ser conscientes, que la lucha en defensa de la Tierra es también la lucha por la justicia económica y social, por el reparto de la riqueza y el cuestionamiento de un modelo basado en el crecimiento constante de la producción y el consumismo.   

Los días de la Tierra, que deberían ser todos los del año, habría que convertirlos en jornadas de lucha contra los modelos que destruyen las condiciones de vida en el planeta y sus insignes representantes. Días dedicados también a identificar los modelos, sistemas y políticas que intervienen en su deterioro y proponernos decididamente a combatirlas. Tenemos que ser capaces de ganar esta lucha, de frenar el cambio climático y garantizar la supervivencia del planeta.

Piensa Global, Actúa Local, ¡pero hagámoslo ya, porque no nos queda mucho tiempo!

Alfonso.

 

Alfonso