El Covid19, la democracia y el deseado camino a Ítaca

En una situación de angustia e incertidumbre mundial por la pandemia  del coronavirus, la sociedad y la vida prosigue su andadura, por donde discurren  otros sucesos y episodios, que o bien quedan ocultos o minimizados por las urgencias del momento, o bien porque no interesan airearlos.

Uno de esos sucesos que han pasado “desapercibidos”, es el rifirrafe que se ha producido dentro del denominado Grupo Partido Popular del Parlamento Europeo, que por cierto es el más numeroso; dicho rifirrafe viene de tiempos atrás, en concreto desde Marzo de 2.019, pero que se ha vuelto a plantear en Febrero del 2.020, al renovarse la suspensión indefinida del partido húngaro FIDESZ que lidera Viktor Orban; los motivos que aducen para la expulsión son sus ataques a los ESTÁNDARES DEMOCRÁTICOS, el Estado de Derecho, libertad de expresión y académica y la separación entre estado e individuo, así como sus campañas contra las instituciones europeas; eso sí, lo mantienen dentro del grupo por si fueran necesarios sus votos en un momento determinado.

Dentro del Partido Popular Europeo (PPE), un numeroso grupo de partidos vienen exigiendo la expulsión inmediata de Fidesz, mientras otros, menos numeroso no lo ve prudente, con el argumento de que ello debilitaría al PPE; dentro de estos últimos se encuentra el Partido Popular de Pablo Casado, es decir no considera necesario cumplir con los estándares democráticos que exige la Unión Europea.  La posibilidad de que en un futuro pudiera darse en España un gobierno de PP, Vox y C´s, las consecuencias serían nefastas para las libertades. Es de sobra conocido que el partido de Santiago Abascal, admira y enaltece a FIDESZ, a su líder Viktor Orban, y a sus colegas Mateo Salvini y Marie Le Pen, lo más granado de la ultraderecha europea.

Desde que apareció el coronavirus se ha podido constatar  la solidez en la que se asienta la Unión Europea, cuando en estos difíciles momentos, se cierran fronteras para protegerse, la solidaridad se hace inexistente y cada Estado va a lo suyo tratando de no perder votos ante su clientela. Es la confirmación, una vez más, que la actual Unión Europea es la Europa de los mercaderes y de sus negocios, no la Europa de los pueblos y quienes los habitan.

 Frente a esta actitud, resulta paradójico comprobar como un pequeño país, Cuba, que sufre un bloqueo comercial inhumano e injusto por parte de EEUU y sus aliados, sea el único que está ofreciendo de manera desinteresada la ayuda de personal sanitario y de medicamentos para combatir al Covid19.

Existe un verdadero peligro de que esas prácticas antidemocráticas se vayan tolerando/consolidando dentro de las instituciones de la Unión Europea, ”cuna de la democracia”; No expulsar de manera automática al partido húngaro Fidesz, se puede interpretar como un ensayo dentro de Europa primero, y a continuación en el resto del mundo, para ir implantando unas “democracias” tuteladas, vigiladas y represivas, como muro de contención a las posibles revueltas y movilizaciones de los pueblos y las clases sociales más desfavorecidas para defender tanto las libertades como los derechos, unos derechos y libertades que con toda seguridad  intentarán recortar tras la debacle económica que ocurrirá después del Covid19. Nos parecerían malos augurios, la consolidación de los golpes militares de Brasil y Bolivia, auspiciados/programados por la inteligencia americana.

No es difícil imaginarse la catástrofe social que puede suceder a nivel planetario, si esta pandemia del Covid19 se expande masivamente por África, América del Sur, Asía y otros numerosos países, donde nativos e inmigrantes están confinados, retenidos y reprimidos entre las fronteras, los muros y los guetos existentes. Sus consecuencias serán con toda seguridad más muertes, hambre y desolación en unos territorios cuyas condiciones de vida son «endémicamente» infrahumanas.

Es inmoral e intolerable, el hecho de que solo un 1% de la población mundial atesore tanta riqueza como el 99% restante. Debemos impedir que esta nueva crisis que se avecina, quiera ser aprovechada por enésima vez, tal y como sucedió en el 2.008, por ese 1% de la población para aumentar sus beneficios y riquezas. Contarán y se servirán como siempre de sus poderosos e influyentes medios de comunicación, vendiendo las bondades del sistema capitalista para así perpetuarlo, negando la evidencia de que el capitalismo es el verdadero mal.

Pero no nos engañemos, debemos tener en cuenta, tal y como señala el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, que el Covid19 no vencerá al capitalismo salvaje. Ningún virus es capaz de hacer la revolución. El virus nos aísla e individualiza, y no genera sentimiento colectivo fuerte. Confiemos en que tras el virus venga una revolución humana. Somos nosotros, personas dotadas de razón, quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo destructivo, y también nuestra ilimitada y destructiva movilidad, para salvar el clima y nuestro bello planeta.

Esa revolución humana a la que antes aludía, con la razón que la asiste, debe ser el banderín de enganche para que las fuerzas progresistas y de izquierdas sin exclusiones sumen todos sus esfuerzos y conocimientos, donde se coloque como objetivo conseguir una salida democrática a la crisis actual, sentando los pilares para la construcción  de una sociedad diferente a la que existe actualmente. Seguro que nos encontraremos con serias resistencias para intentar ese necesario cambio, lo que nos llevará a la necesidad de movilizarnos, hasta obligar a las Naciones Unidas como a los Gobiernos de todo el mundo a la ineludible necesidad de acometer profundos cambios políticos, sociales, económicos y de relaciones. Unos cambios y reformas que sirvan para poner fin definitivamente a las guerras, conflictos y agresiones imperialistas, a la vez que conllevan esa redistribución de la riqueza más equitativa.

Impedir que la salida a esta crisis sea la continuación del actual sistema capitalista, inmoral, salvaje y deshumanizado, es el primer objetivo que debemos plantearnos.

Sería un SUICIDIO POLÍTICO considerar al coronavirus como un nuevo fenómeno aislado, fuera de un contexto social, político, económico y cultural. Al Covid19 no le podemos contemplar de manera particular, sino dentro de un problema global, y darnos cuenta de que sea cual sea la circunstancia de su origen y expansión, viene inducido por el desarrollo industrial y alimentario dentro de un proceso que tiene su origen en el SISTEMA CAPITALISTA. Un futuro desarrollo industrial y alimentario global, que debe contemplarse dentro de unos límites ambientales sostenibles para el planeta, donde se pueda complementar un cierto  decrecimiento en los países muy desarrollados, a la vez que un crecimiento en los países que adolecen de los bienes y alimentos imprescindibles para una existencia digna, que tenga como eje fundamental a las personas. Todo ello dentro de unos límites medioambientales sostenibles para el planeta.

Solamente existe una salida para la humanidad: Paz, Justicia Social, Solidaridad y Cuidar el planeta;  la barbarie, sería la otra salida.

En ese Camino a Ítaca, para no tener que ver o imaginar a los lestrigones, a los ciclopes y al colérico Poseidón, se hace necesario, que junto a los ya “convencidos” de la necesidad de esos cambios profundos en las relaciones humanas, caminemos junto al mayor número posible de personas, incluidos los que se autodenominan “apolíticos”, los que no dudan en acogerse a los estribillos más comunes: “todos son iguales”, “no soy ni de derechas ni de izquierdas”, etc.; la pedagogía, la paciencia y nuestro convencimiento son las armas que tenemos para hacerles partícipes de que ese viaje es conveniente para todos, de que una persona, cualquiera que sea su estado o condición es una persona “política” desde que nace, toda vez que sus palabras, sus actos y hasta sus silencios, si bien son conductas personales, tienen su repercusión e incidencia en la vida pública, en el conjunto de la sociedad y en la gobernanza  que nos queremos dar. No será un camino de rosas, pero no hay más remedio que intentarlo.

Tengo por cabecera este ilusionante y gratificante poema: “Llegará el día en que surja una nueva raza de hombres libres, entre quienes la tolerancia sea el guía, y por armas tengan el placer de la vida, el goce de la aventura y el descubrimiento de sus semejantes”.   Manos a la obra.

Rafael Herguezabal de la Lastra

12 de Abril 2.020, en pleno confinamiento por el coronavirus.

 

1 comentario en “El Covid19, la democracia y el deseado camino a Ítaca”

  1. Totalmente de acuerdo. Estoy harto de que la ge te solo se vean a si mismos y no sean capaces de sentir que todos somos personas y alegrarse de que solo a ellos les valla bien sin que a los demas les pueda ir igual de bien. Reunir toda la riqueza para que el munto entero tenga los recursos necesarios, ya que tenemos recursos de sobra. Aqui en el primer mundo.(me rio yo del primer mundo. No nos queda por aprender)

Los comentarios están cerrados.