LIBERTAD, DICEN.

Libertad es la palabra que ha empleado como eslogan la derecha en la recientemente pasada campaña electoral en la comunidad de Madrid.

Los que no se van a divorciar están en contra el divorcio; las que nunca abortarán, contra quienes lo necesitan; los que nunca se casarán con los de su mismo sexo, contra el matrimonio de homosexuales. Me parece que su concepto de libertad es poco ejemplar: su ira sería justa si les hicieran divorciarse, abortar o casarse con su confesor. Bajo este concepto falsificado de libertad hemos vivido siglos, y es una ilegalidad moral que asusta.

La palabra libertad, como otras, democracia, por ejemplo, ha quedado con un significado misterioso que cada cual emplea a su modo o conveniencia.

Libertad que debiera representar la independencia, la autonomía, la emancipación… resulta que lo que personifica es la tiranía de los privilegios, la defensa del poder y la prohibición.

Cuando se habla de ser libes, felices, muchos abren el cajón de los sueños y aparece un mundo ideal, solos y aislados (en medio del campo) sin horarios, sin dependencia económica, sin imposiciones, ni sumisión de ningún tipo. Por desgracia, rápido vuelve la pesadilla de la realidad y se acabó el sueño. No, la libertad no se obtiene ni se logrará de esta manera. No tenemos de nuestra mano la autonomía económica, ni la independencia social para llegar a la soberanía propia.

 “Los demócratas”, los que se proponen a ser elegidos representantes para que la defiendan y apliquen, perdieron la conciencia del significado de libertad y se dedican a recortarla y alejarla de la imaginación hasta hacerla desaparecer quedando solo una palabra vacía de significado a la que se le puede dar cualquiera. Al final con leyes y prohibiciones la libertad se queda en proteger a los poderosos y sus prerrogativas.

Con esta representación de libertad, ni la veo ni tengo esperanza en verla algún día. Por lo que me propuse tener un plan alternativo personal (sin tener que aislarme, huyendo de las dictaduras que marcan el ritmo de nuestras vidas) la verdad que la ecuación que se me planteo fue lo más difícil que me he encontrado jamás.

Solo he podido llegar a una conclusión. El secreto de la felicidad está en olvidar para no saber. Cuando olvide que el capital es el que tiene los mandos y que los gobiernos pertenecen a la misma mafia que el capital, que la democracia la instauraron en España los fascistas, que los ricos son los que nos desvalijan, que el trabajo nos mata, que las religiones atontan y aturden al ser humano para que no se pregunte, que la policía persigue, tortura y mata… cuando olvide consiguiere la libertad, cuando olvide seré feliz.

 Mi gran esperanza es el Alzheimer o la demencia senil, si sobrevivo lo suficiente.

 

Luca Brassí