Trump a la madrileña.

Cuando se celebraron las últimas Elecciones Presidenciales de los Estados Unidos de Norteamérica, veíamos ensimismados como se enfrentaban dos modelos políticos bien distintos en las formas y en el fondo. Por un lado, Donald Trump, presidente en ese momento, representaba y representa un modelo de hacer política histriónico, populista, en el peor sentido de la palabra, de patrioterismo trasnochado y cercano al culto al líder por encima de todo. Del otro, un “abuelo” de la política americana, curtido en mil batallas, que había sido vicepresidente con Barak Obama, y que venía a cambiar la presidencia de su país acercándola a los problemas reales de la ciudadanía y con sensibilidad hacia aspectos que nos afectan a todo el planeta, me refiero a Joe Biden.

Se enfrentaban dos partidos, republicano y demócrata, que trasladando al ámbito europeo su ideología, podían representar una opción de derecha y otra de centro izquierda, aunque quizás en este momento y con Trump, el partido republicano representaba más un ideal cercano a la extrema derecha.

Con el resultado de estas elecciones, y la derrota de Trump, se abría un camino de cierto optimismo para los y las norteamericanos, así como para el resto de países, dada la importancia geopolítica de USA. Ilusos de nosotros y nosotras, que pensábamos que el “trumpismo” se acababa con esta derrota, porque, más allá de los Bolsonaro de Brasil y los López Obrador de México que tienen maneras de actuar similares e incluso, como el caso del presidente de Brasil, peores que las de Trump, siguen surgiendo en otros países verdaderos “trumpistas” de tomo y lomo.

Si nos damos una vuelta por la vieja Europa, entre otros podemos mencionar a Orban en Hungría, Andrzej Duda en Polonia, y algún que otro más, vemos que los “neotrumpistas” afloran como las flores en primavera.

Llegando a España, tenemos en la Comunidad de Madrid la mejor exponente del “trumpismo” que desde el 4 de mayo va a volver a regir los destinos de esta región, al menos, dos años más, con un triunfo aplastante en unas elecciones anticipadas provocadas por ella para “mayor gloria” de lo que representa.

Me refiero, obviamente, a Isabel Díaz Ayuso, lideresa madrileña, orgullosa y ególatra, que ha centrado su mandato inconcluso y la campaña electoral en ella y sus presuntos “valores” de una autodenominada libertad que más bien parece “desmadre a la madrileña”.

Su aplastante victoria es fruto del apoyo masivo de la ciudadanía madrileña, que rápidamente ha olvidado sus desmanes y medidas interesadas para seguir apoyando a los que más tienen en detrimento de los y las que más necesitan.

Nadie puede osar a criticar la expresión popular en las urnas, al contrario, uno que se considera, por encima de todo, demócrata, debe respetar este resultado. El pueblo ha hablado, y de necio sería no escucharlo. Pero, uno que también tiene memoria y conciencia, debe recordar a todos y todas esas “ayusadas” cometidas en estos dos últimos años, o al menos las más graves desde mi punto de vista.

Frágil la memoria que no recuerda hechos tales como el menú de Telepizza o Rodilla como sustitutivo de los comedores escolares durante el confinamiento del año 2020, o la falta de profesorado de refuerzo en la vuelta a las aulas de los miles de alumnos y alumnas de la Escuela Pública; olvidadizos aquellos que no tienen en consideración la falta de medios en la Sanidad Pública madrileña, que se ha hecho aún más patente durante la pandemia provocada por el COVID19, los cierres de las Urgencias de Atención Primaria, la falta de personal y de medios para protegerlos, la famosa Torre 4 del Hospital del Norte, el “Infanta Sofía” cerrada o las 16 camas UCI denunciadas públicamente en el programa SALVADOS de La Sexta que siguen sin estar operativas en el mismo centro; y, como otra muestra más, la ausencia de ayudas directas a las pequeñas y medianas empresas para paliar los efectos devastadores del coronavirus sobre ellas y sus empleos.

Pero, otras de sus “medidas histriónicas” sí que han calado en la memoria de sus votantes. La mal llamada “libertad” tiene su máxima expresión en el funcionamiento de la hostelería, como diría Ayuso “me puedo tomar una caña porque me da la gana”. Su flamante hospital de pandemias, algo incomprensible para cualquier técnico en Salud Publica, el “Isabel Zendal”, que más que un hospital del siglo XXI parece un hospital de principios del XIX sin UCI, sin intimidad ya que tiene salas “gigantescas” en los que los pacientes comparten un baño para cada 10, con personal “sacado” de otros centros a la fuerza sin reponer su ausencia en los mismos, eso sí con suculentas ganancias para las empresas que han participado en su construcción y posterior gestión. Y un largo etcétera de medidas de “marketing electoral” y no de gestión.

La ultima “perla” ha sido la ausencia de programa electoral para concurrir en estas elecciones de medio mandato, como ella diría “pa qué”, si con su flamante slogan “Libertad” y su rostro arreglado con Photoshop en las banderolas ya era suficiente para conseguir el objetivo deseado. Y lo consiguió, “engatusó” a miles de madrileños y madrileñas y consiguió su triunfo deseado, y que quizás, si no lo hubiera conseguido, habría tenido la tentación de incitar a sus seguidores a imitar la toma del Capitolio americano tomando la Asamblea de Madrid del distrito de Puente de Vallecas, a mayor gloria de su ídolo político, en una versión de “Trump a la madrileña”, pero eso quizás habría sido ir demasiado lejos, o no.

Lo cierto es, que la Izquierda madrileña salió ampliamente derrotada, que la extrema derecha no consiguió ser esencial, que el partido que los dos últimos años cogobernaba la región está en franca desaparición y que Ayuso, la “Trump a la madrileña” seguirá siendo la Presidenta de la Comunidad de Madrid dos años más, que esperemos sean los últimos…..porque, a pesar de todo, #LaLuchaContinua siempre…..

Miguel Ángel Fernández García