Suspendido de empleo y sueldo después de muerto.

Gerardo Muñoz Muñoz, maestro republicano en Móstoles, fue suspendido de empleo y sueldo después de muerto.

Dijeron que no se acercara nadie a él, pero uno de sus alumnos, un chico al que el maestro había comprado todos los útiles para pintar, porque creía que tenía mucho talento y que podía ser pintor, se acercó y le dio agua, a sabiendas de que por eso les podían meter en la cárcel. Pero el maestro, mi abuelo, estaba en tan malas condiciones, que el alumno no sintió que le reconociera.

Gerardo estuvo encarcelado 27 meses, mientras su mujer estaba atrapada en otra cárcel, la de Ventas.

Por lo que relata su nieta,  participaron activamente para su detención, el que era alcalde en aquel momento, el cura,  y otros que no le entendían y que le acusaban de señalarse políticamente. Pertenecía a la FETE -Federación de Trabajadores de la Enseñanza- . Participaba  de reuniones y era un hombre comprometido, no era un señor que daba sus clases y se iba a casa o a hablar al casino.

Pero a ellos (al alcalde, al cura, a los adversarios políticos,…) les molestaba muchísimo que el maestro tratara por igual a todos los niños, fueran y procedieran de quien y donde procedieran, e incluso llegó a indignarles que organizara clases nocturnas para que la gente aprendiera a leer y escribir, después de duras jornadas de trabajo.

En el juicio, el 24 de mayo de 1939, en el que el maestro, se defendió a si mismo, dijeron que reconocían que no tenía ningún delito de sangre, pero que era una persona muy peligrosa para el régimen porque «podría abrir los ojos a los demás». Gerardo fue fusilado contra a las tapias del cementerio de la Almudena.

En 1940 Gerardo, el maestro, fue suspendido de empleo y sueldo.

Dice su nieta que en realidad lo que esta Comisión depuradora de la moral perseguía, no era solo mancillar el nombre de su abuelo suspendiéndole de empleo ya sueldo estando ya muerto, sino condenar a su familia, que así no podría disfrutar siquiera de las pensiones u otros derechos adquiridos por los maestros nacionales.

Relato recogido por Lolo, reportero de Esloquehay, del libro de «Maestros de la República, los otros santos, los otros mártires» de Maria Antonia Iglesias.