Sobre la Ley de Amnistía

A continuación reproducimos un artículo de Jose Luis Garrot Garrot publicado en octubre de 2017 en el periódico «El Otro País», y que ha tenido a bien buscar y seleccionar nuestro reportero Lolo con motivo de la celebración el próximo 14 de abril del 87 aniversario de la II República española. 

Una aportación al debate.

La Ley de Amnistía fue, en definitiva como la transición en su conjunto, una disposición emanada del franquismo reformista, en donde las fuerzas de la oposición tuvieron poco, o nada, que ver. Lo importante era «olvidar» el pasado.

El editorial del periódico El País del día 15 de octubre de 1977 es buena prueba de las consignas recibidas para alabar la «modélica» Transición: «La España democrática debe, desde ahora, mirar hacia adelante, olvidar las responsabilidades y los hechos de la guerra civil, hacer abstracción de los cuarenta años de dictadura». En definitiva realizar un ejercicio de amnesia colectiva.

Jaime Pastor resume muy acertadamente lo que fue la Ley de Amnístía: «Fue una ley de punto final, de olvido y perdón completamente injusta, ya que equiparó a vencedores y vencidos de la guerra civil, y a franquistas y antifranquistas».

La Ley de Amnistía fue «vendida» por las fuerzas de izquierdas como un gran triunfo, el triunfo correspondió a los franqistas que fueron los más beneficiados por ella. Esta ley supuso la aceptación de hecho de la legalidad franquista. No solo implicó la impunidad de los vencedores de la Guerra Civil, también concedió impunidad a los torturadores de la Brigada Político-Social y de la Guardia Civil. Si alguien se sentía de verdad contento con la Ley de Amnistía era la derecha, que habia conseguido que se corriera un tupido velo sobre todas las atrocidades que cometieron durante cuarenta años.

En 2007 durante el 30 aniversario de la Ley, unos de los que la defendieron entonces, Txiqui Benegas, tuvo la decencia de decir lo que de verdad fue esa disposición legal: «La Ley Amnistía fue producto de un pacto e el que los vencidos de la guerra civil y perseguidos durante cuarenta años nuevamente, tuvimos que guardarnos nuestros sentimientos y demostrar generosidad política para poder avanzar en el proceso democrático… La Ley Amnistia de 1977 fue una ley de punto final…  Es decir que renunciamos a revisar el pasado y exigir responsabilidades generales durante cuarenta años de dictadura».

Pocos, muy pocos, han tenido la «osadía» de intentar poner un poco de justicia sobre lo ocurrido en España durante y después de la Guerra Civil, uno de ellos, el juez Baltasar Garzón, pero se le encausó y se buscaron las triquiñuelas legales hasta conseguir apartarlo de la carrera judicial. El 14 de mayo de 2010 Garzón fue suspendido de sus funciones en la Audiencia Nacional. Los jueces que le suspendieron se basaron en que la Ley de Amnistía no permitía investigar los crimenes del franquismo. Resulta paradógico que el único procesado por los crímenes del franquismo sea el juez que trata de investigarlo.

En la Ley de Memoria Histórica no se anulan o revisan las sentencias dictadas por los consejos de guerra franquistas, debido a la oposición de la Abogacía General del Estado. Aquellos que siguen defendiendo la vigencia de la Ley de Amnistía aducen que los que quieren derogarla es porque pretenden realizar juicios selectivos solamente a un bando de los que lucharon en la Guerra Civil. Se olvidan de que el otro bando ya se encargó durante cuarenta años de juzgar, condenar y asesinar a los vencidos.

La Ley de Amnistía, como todo el proceso de la Transición, no pretendía más que nos olvidáramos de la guerra civil y del Franquismo, que no investigáramos el pasado más reciente, que ya estaba todo cerrado… ¿o cabría decir atado y bien atado?

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