1460 días

Mayo ya llegó, terció y casi canea. Con su primer y segundo día festivos, con sus flores, el día de la madre, este calor impropio, y ahora este fresco inoportuno, y su carrera electoral.

Cada cuatro años mayo nos cita en las urnas y pone en nuestro tejado el nuevo dibujo de representantes y representaciones que hablarán y decidirán por nosotros durante 1460 días.

Mayo es un mes ajetreado de por sí. El primero de sus días nos trae reminiscencias de lucha obrera, desdibujada en estos días confusos y desorganizados; el segundo, Madrid conmemora el levantamiento del pueblo madrileño en 1808 contra la ocupación francesa -que no sabemos si nos liberó o nos condenó- y en Sanse la caldereta se ha convertido en una de esas romerías que congregan a los pueblos en sus campos, que se apegan a la tierra y al encuentro, a pesar de oportunismo siempre floreciente.

Mayo sigue avanzando y vamos preparando las terrazas y los patios para esas tardes-noches de verano, que ya no se anhelan sino que se sufren; el fin de curso se acelera y los estudiantes se estresan; las vacaciones ya están en el horizonte próximo y cada cuatro años mayo termina con elecciones, como este.

Recuerdo un tiempo en el que las campañas electorales eran tiempos de ilusión y de esperanza, aunque siempre nos tocara perder a los mismos el día del recuento en las urnas, hoy pareciera que la campaña electoral además de permanente fuera un espectáculo mediático cualquiera, cuyo objetivo recuerda más a un estudio de mercado que a una fiesta de la democracia.

Tal vez es que salimos ya del ensueño inocente de esa transición modélica que nos grabaron a cincel, tal vez es que 45 años después de muerto Franco la democracia aparente que nos impusieron los padres de la constitución ya no nos conmueve, o sencillamente no nos vale, y echamos en falta la rebeldía, ese ingrediente fundamental para el plato nuevo que necesitamos.

Rebeldía que alimentó la lucha clandestina por la libertad durante 40 años de dictadura en estas tierras, y que lideraron algunos de los nuestros, mientras otros resistían escondidos, ajenos o agazapados. Rebeldía resistente en tiempos de cólera que fue sofocada, soterrada, confundida, aturdida por espejismos en tiempos de posibilismo que no se hizo posible, y a la que hoy estamos llamados a despertar, porque sin ella la guerra continuará siendo la recurrente arma económica de los poderosos, el miedo seguirá guardando la viña y la crisis climática nos asolará como un tornado.

Mayo, florido y hermoso, mes llamado a rebelarse, a plantarle cara a la monotonía, el engaño y el aguante, tiempo de ir en mangas de camisa, sin corsés que nos permitan abrir los brazos de par en par para asir la vida y mirarla con ojos llenos de luz, esa luz mediterránea que embellece y engrandece los sueños, aun en los días nublados. Acostumbrados a vivir recortados vamos a ensancharnos y a atrevernos a que los próximos 1460 días quizá puedan ser otra cosa y mejor.

Begoña