Antonio Gramsci. Cartas a Yulca

Hoy hace 79 años de la muerte de Antonio Gramsci. Intelectual, político, periodista, sociólogo  y fundador del Partido Comunista Italiano, allá por 1921.

En 1922 Italia estaba bajo el poder de Mussolini y su férrea dictadura fascista. Gramsci fue detenido en 1926 y pasó el resto de su vida en prisión. Fue sometido a vejaciones y malos tratos, que  añadidos a su tuberculosis, le hicieron la vida en la cárcel extremadamente difícil, hasta que murió de una congestión cerebral.

Cartas a Yulca (Julia) es una preciosa recopilación de cartas que Antonio Gramsci  escribió a su mujer antes de su estancia en prisión, publicadas en el año 1989, hoy descatalogadas.

Antonio Gramsci no había cultivado el género epistolar hasta después del viaje a Moscú a finales de mayo de 1922 como representante del PCI en el Ejecutivo de la Internacional Comunista después de once años de director de L’Ordine nuovo. A su llegada a la capital soviética le aqueja una fuerte depresión que le obliga a internarse  en un sanatorio en la afueras de Moscú. Allí conoce a Yulca.

El enamoramiento queda plasmado en las cartas escritas entre agosto de 1922 y noviembre de 1926, durante los periodos en los que estuvieron separados. Es el amor un acontecimiento en su vida privada que va a remover hasta la naturaleza de su compromiso.

He aquí un párrafo de la carta fechada en Viena el 6 de marzo de 1924 y de la que entresacamos el siguiente párrafo: “Cuántas veces me he preguntado si era posible ligarse a una masa cuando no se había querido a nadie, ni siquiera a la propia familia, si era posible amar a una colectividad cuando no se había amado profundamente a criaturas humanas individuales ¿No iba a tener eso un reflejo en mi vida militante?”

Serán desde entonces las cartas su medio de comunicación. Con Tania, hermana de Julia, que vivía en Italia con la que mantendrá, no solo contactos epistolares, sino personales, en las ocasiones que le visitó en la cárcel de Milán y en la de Roma.

Fue padre preocupado de dos hijos a los que no vio crecer. Conoce del regalo de año nuevo a uno de sus pequeños, un mecano, y expresa: “Debes informarme –le dice a Julia- de cómo interpreta Delio el mecano. Nunca he podido decidir si el mecano, al quitarle al niño su espíritu inventivo, es el juguete moderno más recomendable… creo que la cultura moderna (tipo americano) cuya expresión es el mecano, vuelve al hombre un poco seco, maquinal, burocrático y engendra una mentalidad abstracta”.

Su conjunto epistolar, casi quinientas, (Cartas a Yulca y Cuadernos de la Cárcel) concluye con varias cartas a sus hijos en la que les habla de historia, cultura, literatura y de sus juegos preferidos de infancia, muestras de la riqueza de conocimiento y ternura que abarcaba su actitud y pensamiento.