Salgo de casa cada día, soy enfermera…y os doy las gracias

Nos desayunamos cada día con malas, malísimas noticias, el virus contagia y mata sin piedad, esto te arranca el alma y te embarga de tristeza, preocupación, miedo por los tuyo y por ti también, como no….

Y parece que esos minutos a las ocho de la tarde, desde nuestras ventanas, nos abrigan unos con otros y nos instilan fuerza para soportar las malas, malísimas noticias del desayuno, la comida y cena…

Quiero unir a ese soplo de alegría, de sentirnos juntos unos con otros durante esos minutos vespertinos, la experiencia de mi día a día…

Yo si salgo. Salgo de casa cada día o cada noche a trabajar, y ese nudo en la tripa de la incertidumbre, se pasa nada más llegar al Paseo de la Castellana, atravesar la puerta del hospital y vestirme de astronauta.

Vemos mucho dolor y sufrimiento, pero también reímos, nos alentamos, nos abrazamos virtualmente con arengas de fuerza y ánimo para empezar una jornada que no sabes cuanto va a durar….Y sentimos calor y cansancio y te das cuenta de que no has ido al baño en toda la mañana, pero ahora más que nunca, todo eso no importa, no nos tienen que pedir días libres para trabajar, nos ofrecemos nosotras y nos cubrimos los turnos para que todas podamos descansar.

Se nos saltan las lágrimas muchas veces, pero también reímos y nos alentamos y nos abrazamos virtualmente…
Ellas están enfermas y solas, somos su único contacto con el mundo y a veces con la vida, así que llevar una carta anónima, o la carta de un familiar con las fotos de los nietos a un paciente, leérsela porque no ve o no sabe leer incluso, es tan reconfortante… Hoy he visto a mi compañera leer la carta de su nieta a una paciente, y esa imagen la guardaré para siempre, no hay virus que pueda con eso, nos necesitamos y necesitamos calor y cercanía .

A ver si ahora que lo estamos aprendiendo, conseguimos no olvidarlo, y tenerlo presente cuando vemos en la tele como alguien no perece en una fosa en el mediterráneo y llega a una de nuestras playas, y tan solo vemos eso, no vemos su miedo, su soledad, su lejanía familiar, su dolor por arrancarse de los suyos, a ver si cuando volvamos a verlo nos ponemos en su piel y recordemos que pedimos en algún momento por favor, que alguien le entregase una carta a un ser querido.

Hoy mi alma sigue triste, pero fuerte y tenaz, porque alegrar la mañana con unas palabras pueden tanto como el paracetamol.

Gracias compañeras y compañeros, esto ha sacado lo mejor de nosotros.
Gracias vecinos y vecinas por aplaudirnos cada tarde sin falta.
Gracias amigos y amigas que llamáis y animáis y nos dais fuerza.
Gracias familia por ser fuertes y soportar el miedo a nuestro día a día …
Gracias a todos los que cada día salen para que podamos sobrevivir.
Esto pasará y solo deseo que aparte de mas fuertes, nos haga más humanos, que aprendamos a ponernos en distintas pieles y a saber que solo unidos viviremos

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