Los restos de la guerra civil en Sanse y Alcobendas; un patrimonio poco conocido

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 Antecedentes; república y guerra en Alcobendas y Sanse

Cumplidos recientemente el pasado mes de abril los 80 años del final de la guerra civil, y al ser éste uno de los temas de mi interés e investigación durante años, acercarse de nuevo a mirar, con los ojos de la historia y no los de la política, lo sucedido en aquellos tres terribles años de conflagración entre hermanos es necesario e interesante, algo de lo que sin duda podemos aprender y extraer conclusiones que nos ayuden a entendernos entre hermanos y evitar volver a caer en los mismos penosos errores del pasado.

Como ya he comentado en más de una ocasión en diversos lugares y textos, el paso de la guerra civil en las poblaciones de la retaguardia republicana alejada del frente, como lo eran en aquel momento Alcobendas y Sanse, fue meramente testimonial, y aunque, desde luego sí se notó en la vida diaria de sus habitantes (renombramiento de calles y avenidas y hasta del propio municipio, incautaciones y colectivizaciones de tierras y propiedades, financiación del frente de guerra, acogida de refugiados, políticas más sociales, construcción de refugios, o racionamiento de abastos), realmente no hubo una presencia fuerte y notable de los conflictos bélicos en nuestra zona, teniendo nuestros vecinos, en ese sentido, la suerte de no haber sufrido el dolor del combate bélico en sus calles, casas y plazas y no haber sido nuestro municipio, como sí ocurrió con muchos otros cercanos a los frentes de batalla, destruido, siendo el caso en la región de Brunete el más significativo de ellos.

A pesar de ello, en nuestro pueblo, los ecos de la guerra llegaron, insisto, de muchas formas y maneras, y para poder encontrarlos materialmente a día de hoy, 80 años después, básicamente debemos recurrir a los documentos históricos de primera mano, como las actas municipales o los boletines provinciales  que se pueden encontrar en nuestro magnifico y extenso Archivo Histórico Municipal de El Caserón, cuya visita recomiendo encarecidamente a los vecinos de Sanse para que también ellos puedan conocer de primera mano cómo era la vida diaria de nuestros antepasados, no solo de este periodo si no desde la fundación de nuestro municipio en el siglo XV.

En las actas de los plenos municipales del Ayuntamiento de Sanse podemos encontrar numerosas referencias a los sucesos antes descritos que marcaron la vida cotidiana del Sanse en guerra, donde queda descrito el quehacer de nuestros vecinos en tiempos convulsos. A nuestro Sanse, la República y la guerra, honestamente, llegaron de sorpresa y en ningún caso levantó mucha expectación en las amplias capas de la población local. Debido, posiblemente, a su carácter rural conservador y a la pervivencia en los pequeños pueblos rurales del interior castellano de una casta social oligárquica que dominaba la vida política e institucional municipal indistintamente del régimen o gobierno político existente en el país, en Sanse el paso del régimen republicano apenas se notó en la política, a diferencia de lo ocurrido en Alcobendas, villa hermana y vecina y con indudables lazos de unión.

Tal y como comento en el libro “Episodios del Madrid republicano”, con la celebración, en abril de 1931, de las elecciones municipales se da un auténtico vuelco al panorama electoral español por mostrar un descontento total y absoluto con lo que hoy se conocería como el «establishment» político del momento. En este contexto, algunas localidades del norte de Madrid, tales como Alcobendas o Sanse no son una excepción, y participan activamente en este afán democratizador, eligiendo entre 1931-1936 a los primeros alcaldes republicanos que, escapando de la tradición del caciquismo rural en el caso de Alcobendas, son escogidos por los vecinos de la localidad. En Alcobendas, a diferencia de su hermana histórica, el nuevo afán modernizador de las opciones republicanas se ve claramente manifestado en las elecciones de abril de 1931 que dan la victoria a los candidatos republicano-socialistas, concretamente a Enrique López Silva (con 180 votos), dando lugar al primer consistorio republicano de la historia de Alcobendas.

Caso diferente es el de San Sebastián de los Reyes a lo largo del periodo republicano previo a la guerra civil que, en estas primeras votaciones, que darán paso al nuevo régimen republicano, optará por un perfil continuista en la figura de los más votados; Gregorio Izquierdo Olivares (179  votos), Pedro Colmenar Montes (177  votos), Lorenzo Frutos Colmenar (175 votos), o Hermenegildo Izquierdo (118 votos), es decir, las mismas personas que habían venido gobernando el municipio durante el reinado de Alfonso XIII y la Dictadura de Primo de Rivera, y dando lugar el  11 de mayo de 1931, a poco menos de un mes de ser proclamado el nuevo sistema político, a la elección como nuevo alcalde del municipio al conservador, ex alcalde en época alfonsina y futuro primer alcalde franquista del municipio, Pedro Colmenar Montes, quien gobierna el municipio desde mayo de 1931 y hasta la victoria del Frente Popular, que se traduce en un cambio municipal en marzo de 1936.

El 21 de marzo de 1936, tras la victoria del Frente Popular en las elecciones generales, se produce un cambio de gobierno y toma posesión la Comisión Gestora Municipal por orden del Gobierno Civil de la Provincia de Madrid, formada por Manuel Mateo López, Benito Rodríguez Cascajero, Guillermo Perdiguero López y Manuel Esteban López (3 de los futuros 4 alcaldes republicanos de Sanse durante la guerra civil). En el caso de Alcobendas, el gobierno social de López Silva, es interrumpido el 9 de diciembre de 1934 por el Gobierno Civil de Madrid conservador, que suprime el Ayuntamiento y nombra concejales nuevos por suspensión gubernativa, siendo nombrado alcalde el conservador F. Baena Valdemoro, quien gobierna temporalmente el municipio hasta el 21 de febrero de 1936 (un mes antes que su vecina), cuando el citado alcalde, literalmente y según el acta municipal “repone a los señores concejales de elección popular que por orden gubernativa se hallaban suspensos en sus cargos”, retomando la alcaldía López Silva.

En este contexto de tensión política derivada de los enfrentamientos del  gobierno conservador cedista (1933-1936) y del nuevo gobierno frentepopulista (febrero-julio de 1936), se produce el estallido del conflicto bélico, provocado por el levantamiento armado, el 18 de julio de 1936, de una serie de militares del ejército español tales como Emilio Mola, José Sanjurjo, Gonzalo Queipo de Llano, o Francisco Franco, que se extiende a nivel municipal por toda España, y que inicia la guerra civil española entre 1936-39. Ni en Sanse (donde gobernaba Benito Rodríguez Cascajero desde mayo)  ni en Alcobendas (donde gobernaba de forma temporal e interina Nemesio de Castro desde el mismo inicio de julio), se produce levantamiento militar derechista o militar, lo cual no evita  el señalamiento por milicianos republicanos de gentes de derechas de Sanse (Vicente Izquierdo Olivares, Gonzalo Izquierdo Montes, Francisco Navacerrada Barranco, Gabriel Izquierdo Olivares, Lorenzo Frutos Colmenar, Manuel Jiménez, Lorenzo Colmenar Montes, Álvaro Muñoz Gómez, Ramón Esteban, y Hermenegildo Izquierdo Montes) y de Alcobendas (Andrés Rodríguez Perdiguero, Mariano Sebastián Izuel, José Lusson y Francisco Sánchez López), que son fusilados en diversos puntos de la Provincia de Madrid a lo largo de ese año de 1936, terrible verano de represión en la retaguardia republicana, fruto de la tensión y de los primeros días, semanas y meses del golpe militar y el estallido de la guerra.

 

Los refugios en los plenos municipales

Una vez calmados y controlados los excesos represivos del primer momento en Alcobendas y Sanse, desde los propios municipios, así como de la Junta de Defensa de Madrid que, desde finales de 1936 gobernaba política y militarmente la zona central republicana, se produce el inicio de la planificación y construcción de un elemento que será esencial y muy simbólico de la guerra civil en la retaguardia republicana y que es, a día de hoy, 80 años del final de la guerra civil, el único resto visible y característico de este periodo bélico en nuestros municipios; los refugios, las trincheras y fortificaciones militares en general, para poder ejercer una defensa efectiva de las dos primeras líneas de defensa de Madrid en caso de avance del ejército nacional desde la cercana Sierra de Guadarrama, donde queda frenado por los milicianos republicanos desde el mismo julio-agosto de 1936.

En Sanse, la primera mención al respecto la tenemos en el pleno municipal del día 3 de mayo de 1937, gobernando Manuel Mateo López se establece que;

“Se acuerda se pongan en los refugios hechos en las inmediaciones de la fuente pública, puestas al objeto de que las mismas sirva de escondite para el público”.

Sobre la ubicación de estos refugios para la guerra, realizado en caso de bombardeo aéreo de las fuerzas nacionales, no lo tenemos claro, dado que en el municipio han existido históricamente varias fuentes; caño gordo, fuente del pilar y, según consta al archivero municipal, la de San Roque, inaugurada en los años 30.

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Nueva mención a dichas construcciones la tenemos en el pleno municipal del 14 de diciembre de 1937, bajo el mismo gobierno anterior, se menciona;

“Puesta a discusión la construcción de refugios para que caso de que la aviación facciosa bombardease el pueblo, tengan donde cobijarse los vecinos de esta localidad, se proponen por el primer teniente de alcalde, Facundo Navacerrada Perdiguero, se abriese una suscripción publica para gastos de la construcción de los mismos.

Concedida la palabra al vocal representante de la CNT, camarada Esteban Fajardo, éste dice no ve conveniente se abra dicha suscripción y que los gastos se hagan por las sindicales. Después de discutido se acuerda por mayoría, va por suscripción la construcción de los mencionados refugios”.

Lo propuesto por el teniente de alcalde y, según informa Roberto Fernández Suárez, también fundador y presidente del sindicato UGT, Navacerrada Perdiguero, no era casualidad, y el temor estaba más que fundado. Poco más de dos semanas antes, el 28 de noviembre de 1937, el vecino y cercano pueblo de Colmenar Viejo, cabeza del partido judicial, sufrió el segundo de una oleada de dos grandes bombardeos aéreos franquistas sobre dicho municipio  que ocurrieron sucesivamente el 21 de julio y el 28 de noviembre y que se saldaron con más de 100 muertos y redujeron a cenizas gran parte del pueblo, un centro neurálgico pero, sin embargo, pacífico pueblo de la retaguardia republicana, alejado de cualquier frente de guerra y que desató las alarmas de los vecinos municipios de la sierra norte madrileña acerca del peligro real de sufrir las represaliadas de la aviación franquista, por muy alejados que estuvieran del no muy lejano frente de Madrid o de del frente de Guadarrama.

Precisamente, el drama y la catástrofe de la vecina Colmenar Viejo no se plasmaría en el pleno municipal de Sanse únicamente en base al temor al bombardeo y la necesaria construcción de refugios, si no también directamente en los efectos más inmediatos y tan conocidos en el mundo actual; el drama de los refugiados víctimas de la guerra del vecino municipio.

Así, en dicho pleno, a continuación, se recoge que;

“Se acuerda que a las personas que han venido evacuados de Colmenar por efectos del bombardeo y que se encuentran en Pesadilla, se les dé cartilla de abastecimiento”.

Así pues, la construcción de refugios, trincheras y otros elementos defensivos se planteaba, tras el traumático suceso de los dos bombardeos de Colmenar Viejo de 1937, no ya como un simple elemento de precaución, si no como una necesidad real ante la amenaza real de un bombardeo franquista, que cada día se planteaba como una más que posible opción.

La última mención en este periodo a los mencionados refugios se produce ya finalizada recientemente la guerra civil. Desde julio de 1938, estaba ocupando el cargo de alcalde de San Sebastián de los Reyes el controvertido vocal propuesto por la CNT, Esteban Isabel Gómez que, una vez acabada la guerra a finales de marzo de 1939, no solo no es depurado por las nuevas autoridades franquistas ganadoras de la guerra civil, si no que coopera activamente con la nueva realidad política y se mantiene en el cargo de alcalde franquista temporal hasta el retorno definitivo del ya alcalde conservador entre 1931-1936, el mencionado Pedro Colmenar Montes a finales de abril de 1939.

En este periodo de transición, Esteban Isabel Gómez acuerda en el pleno municipal del 15 de abril de 1939;

“En evitación de alguna desgracia, se tapen las bocas de los refugios, de un modo especial el de la Plaza que es el de mayor peligro por ahora”.

No hay una especificación sobre a qué se refiere con ese refugio, que por su calificación se presupone ubicado en la plaza central del municipio, junto al Ayuntamiento y al Caserón,  ni cuándo se construye, aunque podemos presuponer que se trata de un refugio  que, como en muchos otros pueblos y ciudades, se ubicara en la plaza del ayuntamiento, por ser el lugar central del municipio, desconociendo si se sigue conservando dicho refugio en los subterráneos de la plaza o su boca de entrada.

En declaraciones de un concejal electo del Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes del año 2015, durante unas obras de remodelación en un antiguo colegio de la calle Real del municipio durante los primeros años de la democracia, se encontraron restos de viejos túneles y covachas en los bajos de la citada calle, que comunicaban por el subterráneo todo el centro del municipio, a similitud de las cuevas-bodega que tan excelentemente se conservan en los subterráneos del Caserón musealizados (imagen de cabecera del artículo), lo cual hay que verlo en la ancestral tradición local de aprovechar estas excavaciones (no en vano, el centro histórico del municipio se levanta sobre un antiguo cerro) desde épocas medievales.

 

Los restos visibles de la guerra en la zona

Lo más probable es que durante la guerra civil se aprovecharan estos túneles para acondicionarlos como refugios en caso de bombardeo de la aviación franquista, y es posible que pasara algo similar en el caso de las covachas existentes en la cercana Alcobendas.

Así mismo, en un artículo publicado en noviembre de 2015 titulado «Descubrimiento de la segunda línea de defensa de Madrid durante la guerra civil» en la revista Frente de Madrid por parte del arqueólogo Francisco Javier Pastor Muñoz, perteneciente a la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid, se hace mención explícita a la existencia de trincheras y fortificaciones mandadas construir por la Junta de Defensa de Madrid en el término municipal de San Sebastián de los Reyes en la guerra civil en caso de que la primera línea de combate republicana de Guadarrama (estabilizada en julio-agosto de 1936) cayera por el empuje franquista, y sirvieran así estas posiciones (que nunca llegaron a entrar en combate) como última línea de defensa republicana antes de llegar a Madrid.

El arqueólogo hace mención de una fuente documental primaria encontrada, por medio de un informe redactado el 15 de octubre de 1938 (siendo último alcalde republicano de la localidad el mencionado Esteban Isabel Gómez), perteneciente al Estado Mayor del Ejército Centro, y titulado «Informe sobre la fortificación existente en la zona delimitada por el norte de la Carretera de Colmenar Viejo a Fuencarral Vértice Otero. Vértice Dehesa de San Sebastián y Fuente del Fresno, y por el suroeste entre Fuencarral y la Carretera General de Francia», en el que se detalla la creación de un arco de más de dieciocho kilómetros de longitud con numerosas posiciones defensivas, y que llegaría a extenderse entre El Pardo y Algete (pasando por la Dehesa Boyal y Fuente el Fresno, en el término de Sanse).

 

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Actualmente, y aunque resulta fácil entender el contexto, la lógica y la ubicación de estas fortificaciones al poder verse con bastante claridad Guadarrama desde ellas, presentan como problema  que, décadas después de estos sucesos bélicos, la mayoría han desaparecido, son difíciles de encontrar o, las que existen, aunque son muy bien visibles y están muy marcadas, mantienen un estado de conservación precario o abandonado totalmente por estar en terreno rural fuera del casco urbano del municipio.

Dentro del término de San Sebastián de los Reyes destacan por su buena visibilidad el par de trincheras ubicadas en la zona de las calles Cabañeros y Severo Ochoa, en los límites entre la Dehesa Boyal y la base militar de El Goloso, en forma de zig zag. Existe, además, constancia de otras dos, ya dentro del parque de la Dehesa Boyal, y una doble línea de trincheras mejor y de mayor visibilidad en la urbanización Fuente el Fresno, en un cerro cercano a la calle Sepúlveda, en bastante buen estado de conservación, aunque ni excavada ni investigada.

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Por su parte, tanto en el artículo de Pastor Muñoz como en el Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos, incluido en el PGOU de diciembre de 2014, se hace mención explícita como restos de la guerra civil en el término municipal de Sanse de una zanja antitanque, ya desaparecida e imperceptible, en las cercanías de la fábrica Heineken y Fuente el Fresno, de otra trinchera de la guerra civil al norte y cercana a la urbanización de La Granjilla y especialmente de otra trinchera de la guerra en las proximidades de la famosa finca agrícola Valdelamasa, ya cercana al Goloso y Viñuelas, ambas zonas de concentración militar republicana durante la guerra civil.

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En Alcobendas las intenciones defensivas son las mismas. También en los plenos municipales de esta localidad se planea la creación de refugios militares subterráneos de defensa, como así se refleja en el pleno del 7 de septiembre de 1937, gobernando Antonio Vázquez Sobreviela, cuando se acuerda la creación de refugios para la defensa ante bombardeos aéreos franquistas. Esta misma decisión se modifica el 21 de septiembre cuando se acuerda, a tal efecto, que antes de construir refugios, se lleve a cabo una inspección para que se vea si las «cuevas del pueblo» tienen suficiente capacidad y ofrecen la seguridad necesaria para cobijar a la gente.

Desconocemos lo ocurrido con estos refugios en Alcobendas, pero todo parece indicar que, al margen de algunas posiciones defensivas en el Ayuntamiento, no se llegaron a construir en Alcobendas para usar en su lugar las cuevas del municipio, algunas de ellas existentes, posiblemente también desde épocas medievales y hasta hace muy pocos años, como lo atestigua un reportaje especial del periódico local Nuevo Alcobendas, fundado por el Padre Camón, de junio de 1972 titulado “todo Alcobendas está minado” en el que se habla extensa y gráficamente de las muchas cuevas aun existentes en la localidad.

Como curiosidad histórica, sí parece que, al menos dos de estos refugios, que parece que existieron en su día en Alcobendas y San Sebastián de los Reyes, pueden haber resistido al paso del tiempo o, por lo menos, son de los que más pistas podemos tener. Uno de ellos, en Alcobendas, es el ubicado en el centro del municipio, según da cuenta el investigador local Julián Caballero Aguado en su recopilación histórica local “Historias del antiguo Alcobendas”, en la que menciona:

“Las cuevas que soterraban el antiguo pueblo sirvieron de refugio antiaéreo para acoger a la gente ante el temor de un ataque aéreo. Este refugio fue construido debajo de la Plaza del Pueblo por suscripción popular en 1937, con acceso desde varias casas circundantes que se comunicaban entre sí, pudiéndose ir, sin salir a la calle, desde la Plaza Felipe Álvarez Gadea (la de la Iglesia) hasta la Plaza del General Gómez Oria”.

Es decir, toda una red de túneles soterrados en pleno centro del municipio que debía comunicar el pueblo de forma subterránea, construidos por orden, bien de Enrique López Silva, o bien  ya durante el periodo de Antonio Vázquez Sobreviela.  Sin embargo, al ser este el centro mismo del pueblo, es poco o nada probable que este refugio bélico haya sido conservado, ya que esta zona, empezando por la propia plaza del Pueblo, ha sufrido innumerables transformaciones y cambios durante la segunda mitad del siglo XX.

En San Sebastián de los Reyes, además del refugio ya comentado y documentado en los plenos de la época, ubicado también en su plaza del Ayuntamiento (que es probable que sí haya quedado bien conservada), nos ha llegado la referencia a otro posible refugio, también en buen estado de mantenimiento a día de hoy. En este caso, la pista nos la da Isidoro Rodríguez Tato “Doro” en su ya famosa e imprescindible obra “Historia de San Sebastián de los Reyes”, en la cual, y pasando casi desapercibida, el autor, ya fallecido, pero que vivió en primera persona los años de la guerra civil en el municipio durante su infancia, nos da cuenta de otro nuevo refugio en el centro del municipio, afirmando:

“En el callejón desde la Calle de la Fuente hasta la Calle de San Vicente, en lo que hoy es el Hogar del Pensionista, la Guardería Infantil y el patio del Colegio Francisco Carrillo, se hicieron unos refugios  como protección de un posible bombardeo aéreo de la aviación en la guerra civil en 1936”.

Ello aparece confirmado por otra fuente, en este caso del también cronista del municipio Santiago Izquierdo en sus “Episodios de la Historia de Sanse II”, donde menciona;

“Como curiosidad, hay que señalar que en esta zona existían antiguamente unas minas que en su momento debieron de servir como refugio”.

Aquí la fuente es algo más imprecisa, puesto que no nos dan ninguno de los dos autores  mucha información detallada de los sucesos, ni de cuándo se construyó, pero es posible que fuera también, como casi  todos los refugios, a lo largo de 1937, durante los mandatos de Benito Rodríguez Cascajero o de Manuel Mateo López.

Si bien la fuente es más imprecisa, es probable que sea, a su vez, más fiable aún que la de Alcobendas, habida cuenta de que, al menos Doro, si vivió en primera persona los sucesos en la época, y es muy posible que él fuera testigo del propio refugio, mientras que Izquierdo es un conocido experto de la historia local y conocedor de gentes que muy posiblemente vivieron la época en primera persona.

Teniendo en cuenta que la zona, como todo el centro histórico de Sanse, ha sido ampliamente transformada y removida, como en el caso de Alcobendas, al haber sido construidos varios edificios encima, es posible que el refugio aún se pueda conservar subterráneo. Lo mismo es posible que ocurra con el refugio bélico de La Plaza de Sanse, por lo que ambos refugios, testigos directos de la guerra civil en pleno centro histórico de Sanse, podrían aun existir y por tanto ser restaurados y enseñados a la población como parte del patrimonio histórico local.

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De igual manera, los restos de trincheras y fortificaciones militares en el término municipal de Sanse, algunas en perfecto estado de conservación como las de la Dehesa Boyal o Fuente el Fresno, serían mucho más fácilmente restaurables, a modo de la que existe al aire libre, restaurada y musealizada del Cerro Melero de Arganda del Rey (foto inmediatamente superior), y que de igual manera serviría para conservar y dignificar tan curiosos restos históricos además de para atraer a un turismo cada vez en mayor auge en nuestra región y en nuestro país como es el de estudiosos, investigadores y aficionados del conocimiento de la guerra civil en la región madrileña.

Guillermo Fiscer