Huelga Mundial por el Clima

Huelga Mundial por el Clima

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«Hago huelga por las que ya no están, por las que no pueden, por las que vendrán». Me lo dijo Vanessa Álvarez, una activista infatigable del ecologismo, con motivo de la huelga del 8 de marzo del 18. Copio y pego la frase. «Hago huelga por las que ya no están, por las que no pueden, por las que vendrán». Centenares de organizaciones de la sociedad civil convocan hoy en ciudades de los dos hemisferios la Huelga Mundial por el Clima. Huelga por muchas razones. Por mi madre (y por mi padre), por mis hijas (y por los tuyos), por los que están, por los que no pueden, por los que vendrán, por todas ellas… y por todos mis compañeros, como decíamos cuando éramos chavales y jugábamos en la calle. Hoy es el día de la Huelga Mundial por el Clima. Porque no hay un Planeta B. [A pie de página, mapa de convocatorias].

Huelga por muchas razones. Porque el nivel del mar se ha elevado 15 centímetros en el siglo XX. Quince. Y porque, dado el incremento de la temperatura del planeta, seguirá subiendo durante siglos, según acaba de revelar el último informe -«Océanos y criosfera en un clima cambiante»- del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés). Según ese documento, que han elaborado 104 expertos de 36 naciones de los cinco continentes a partir de casi 7.000 artículos científicos, el nivel del mar podría llegar a registrar de aquí a 2100 una elevación de entre 30 y 60 centímetros «incluso aunque se logre una reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero”. Más aún: “si las emisiones siguen aumentando con fuerza, la subida del nivel de las aguas podría ser del orden de 60 a 110 centímetros”. ¿Dónde quedaría la primera línea de playa de Benidorm? ¿Qué sucedería en el Mar Menor? ¿Qué sucederá con la primera industria del país: el turismo? Huelga por todos los camareros de chiringuito, por todas las kellys de hotel, por todas las que están, las que no pueden, las que vendrán. Y porque el calentamiento de los océanos -me dicen los científicos- reduce la mezcla entre capas de agua y, como consecuencia, el suministro de oxígeno y nutrientes para la vida marina. Huelgo por los pescadores que cuentan que cada vez hay menos peces y que cada día hay que ir más lejos a buscarlos.

Huelgo porque los océanos y la criosfera -las zonas congeladas del planeta-, que desempeñan una función decisiva para la vida en la Tierra, se encuentran en alerta máxima, según ha constatado el informe especial sobre «Océanos y criosfera en un clima cambiante», un informe que atañe muy directamente, según los más de cien científicos que lo avalan, a más de 1.400 millones de personas: 670 millones de personas -recuerda el informe- viven en regiones de alta montaña y 680 millones habitan zonas costeras de baja altitud. Todas ellas dependen directamente de esos sistemas. Además, 4 millones de personas viven permanentemente en la región ártica, y los pequeños Estados insulares en desarrollo son el hogar de 65 millones más. ¿Dónde irán todos esos refugiados ambientales si mañana lo pierden todo?

Huelga porque los glaciares de montaña no cesan de retroceder, lo cual está afectando a la disponibilidad de agua y a la calidad de ese elemento curso abajo, lo que, al final, repercute en numerosos sectores, como el agrícola y el hidroeléctrico.

Panmao Zhai, copresidente del Grupo de Trabajo I del IPCC: “los cambios en la disponibilidad de agua no solo perjudicarán a los habitantes de esas regiones de alta montaña, sino también a comunidades situadas muchos kilómetros aguas abajo”

Huelga por muchas razones, porque la temperatura global promedio para 2015-2019 -informe «United in Science», Organización Meteorológica Mundial, septiembre de 2019- está en camino de ser la más cálida de cualquier otro período equivalente registrado (la temperatura hoy ya está un 1,1°C por encima de los tiempos preindustriales, 1750). Huelgo porque la temporada de 2018 ha sido, en lo que llevamos de siglo, la que mayor número de tormentas tropicales ha registrado. Porque el año pasado el Pacífico Nororiental registró su mayor Valor Energético de Ciclones de toda la historia. Porque la extensión del hielo marino del verano ártico ha disminuido a una tasa de aproximadamente el 12% por década durante 1979-2018 (además, los cuatro valores más bajos para la extensión del hielo marino en invierno ocurrieron entre 2015 y 2019). Porque la cantidad de hielo perdido anualmente de la capa antártica aumentó al menos seis veces entre 1979 y 2017 y la pérdida de masa de glaciares para 2015-2019 es la más alta en cualquier período de cinco años registrado.

Huelga porque la contaminación del aire causa cada año alrededor de 7 millones de muertes prematuras, el equivalente a 800 muertes cada hora. Seiscientas mil de esas víctimas son menores (datos todos de la Organización Mundial de la Salud, OMS). Pero la contaminación del aire no solo produce muerte, alertan desde la OMS. También enfermedades. Y, cuando las personas enferman, requieren atención médica y medicamentos, los niños faltan a la escuela y los adultos pierden días de trabajo, ya sea por su condición de salud o para cuidar a un ser querido. Según el Banco Mundial, cada año la contaminación del aire le cuesta a la economía mundial más de 5 billones de dólares estadounidenses ($) en costos de asistencia social y 225 mil millones en ingresos perdidos. Un estudio realizado en 2016 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estimaba que si la situación no cambia para el año 2060, las cargas sociales de las muertes prematuras por contaminación del aire en exteriores serían de entre 18 y 25 billones $.

Huelga por dinero. Porque no quiero emplear esa inmensa cantidad de recursos en paliar. Quiero emplearla en prevenir, preparar y proteger.

Prevenir, preparar y proteger (re)construyendo, (re)naturalizando el mundo, haciéndolo mejor.

Y huelgo también porque me da la sensación de que, como bien dicen Greta y millones de adolescentes y jóvenes de todo el mundo, parece que los que mandan más -mandamases- no se acaban de enterar o no se quieren enterar.

Un ejemplo, en verano, de tapadillo. O dos (ejemplos)
El Gobierno Sánchez anunció en la Cumbre del Clima de Nueva York que va a destinar 150 millones de euros al Fondo Verde del Clima durante los cuatro próximos años (37,5 millones de euros por año). Eso ha anunciado esta semana en Nueva York el Gobierno Sánchez, el mismo Gobierno Sánchez que utilizó un Consejo de Ministros de este verano –el del 12 de julio– para anunciar la celebración de un contrato de suministro 2019-2030 de fabricación de vehículos de combate sobre ruedas 8×8 por valor de… 2.083 millones de euros (a razón de casi 190 millones de euros por año), el mismo Gobierno Sánchez que utilizaba otro Consejo de Ministros de verano –el del 30 de agosto– para anunciar una ampliación de gasto -«para participar en el desarrollo del programa europeo del avión caza del futuro»- por valor de 110 millones de euros (a razón de 27,5 millones de euros por año). El mismo Gobierno Sánchez al que no se le cae de la boca eso de que «el cambio climático es el mayor desafío al que se enfrenta la Humanidad».

No es de extrañar, así, que Greenpeace denunciara ayer públicamente que el Gobierno Sánchez sigue sin presentar propuestas que reflejen la verdadera urgencia de la crisis climática: «más de lo mismo«, decían los ecologistas en su comunicado.

El mundo entero está llamado hoy, 27 de septiembre, a la huelga: Huelga Mundial del Clima, una iniciativa que está siendo seguida desde los dos hemisferios del planeta y que, en España, está siendo impulsada por Juventud por el Clima (Fridays for Future), 2020 Rebelión por el Clima (2020 We Rise Up) y Alianza por el Clima; una iniciativa global, en fin, que ya ha recibido, a escala nacional, la adhesión de más de 300 organizaciones de la sociedad civil: ecologistas, sindicatos, asociaciones profesionales, vecinales, animalistas, colectivos para la defensa de los derechos humanos, etcétera, etc.

Los convocantes denuncian que la crisis climática, «consecuencia directa del modelo de producción extractivista, basado principalmente en el uso de combustibles fósiles y del consumo globalizado actual, pone en riesgo la supervivencia humana y la de un gran número de otras especies y ecosistemas, afectando especialmente a las poblaciones más empobrecidas y vulnerables». La comunidad científica -recuerdan los convocantes- alerta desde hace décadas del deterioro de un gran número de ecosistemas, tanto terrestres como marinos, así como del punto de no retorno frente al cambio climático.

Cuatro minutos y quince segundos
Las organizaciones y plataformas convocantes hacen además un llamamiento a toda la población para que, en las oficinas, colegios, ayuntamientos y otros lugares de trabajo, se realicen concentraciones simbólicas de cuatro minutos y 15 segundos, entre las 11 y las 12 de la mañana de ese mismo día. Un acto que sirva de reflexión en torno a la gran señal de alarma que supuso alcanzar el pasado mes de mayo una concentración de partículas de dióxido de carbono en la atmósfera de 415 ppm (partes por millón), nivel que no se registraba desde hacía tres millones de años,

Energías Renovables reproduce a continuación, íntegramente, el Manifiesto 27 de septiembre Huelga Mundial por el Clima, que han suscrito miles de organizaciones de todo el mundo. Abajo, incluimos un mapa de movilizaciones convocadas en España.

Una crisis climática que es consecuencia de un modelo de producción y consumo que ha demostrado ser inapropiado para satisfacer las necesidades de muchas personas, que pone en riesgo nuestra supervivencia e impacta de manera injusta especialmente a las poblaciones más pobres y vulnerables del mundo. No responder con suficiente rapidez y contundencia a la emergencia ecológica y civilizatoria supondría la muerte de millones de personas, además de la extinción irreemplazable de especies imprescindibles para la vida en la Tierra, dadas las complejas interrelaciones ecosistémicas.

Los datos, contundentes, señalan cómo las regiones mediterráneas son de las más vulnerables al cambio climático, de forma que no limitar la temperatura global en +1,5ºC será una factura demasiado cara para las generaciones presentes y futuras. Es responsabilidad de las instituciones europeas y del Gobierno español, así como de los gobiernos de las distintas comunidades autónomas y de los ayuntamientos coordinados con todos los grupos políticos estar a la altura de las necesidades que exige el momento.

Las organizaciones firmantes piden que en la nueva etapa política se declare, de manera inmediata, la emergencia climática y que se tomen las medidas concretas necesarias para reducir rápidamente a cero neto las emisiones de gases de efecto invernadero, en línea con lo establecido por la ciencia y bajo criterios de justicia climática.

Evitar que la temperatura global se eleve por encima de +1,5°C debe ser una prioridad de la humanidad. Es necesario reducir con carácter urgente las emisiones de CO2eq (equivalente de carbono), reajustando la huella ecológica a la biocapacidad del planeta. Lograr estos objetivos requiere necesariamente de:

• Verdad. Asumir la urgencia de la situación actual admitiendo el diagnóstico, indicaciones y sendas de reducción reflejadas en el último informe sobre 1,5ºC, avalado por la comunidad científica. Reconocer la brecha de carbono existente entre los compromisos españoles y las indicaciones científicas. Los medios de comunicación tienen un papel fundamental para
transmitir esa realidad.

que frenen nuevas infraestructuras fósiles (centrales, exploraciones, grandes puertos, etcétera);

que reduzcan los niveles de consumo de materiales y energía, y las necesidades de movilidad;

que impulsen un cambio de modelo energético sin falsas soluciones como la energía nuclear;

que reorganicen el sistema de producción;

que fomente la educación, además de otras medidas contundentes. Todo esto debe quedar reflejado en la Ley de Cambio Climático y Transición energética y en el Plan Nacional Integrado de Clima y Energía.

• Solidaridad. El deterioro ambiental de las condiciones de vida se sufre de forma desigual en función de la clase social, el sexo, la procedencia o las capacidades. Defendemos que la transición ha de enfrentar estas jerarquías y defender y reconocer de forma especial a la población más vulnerable.

La degradación planetaria y la creciente desigualdad tienen un origen común y se alimentan entre ellas. Así, por ejemplo, muchas grandes empresas y bancos obtienen enormes beneficios a través de la especulación inmobiliaria, el desahucio, la gentrificación o la turistificación, que expulsan a las familias de sus casas, a los vecinos de sus barrios. Aunque cada vez
hay más inversiones en tecnologías para la transición energética, sigue habiendo muchos fondos que sostienen y financian a las grandes empresas del oligopolio energético en su explotación del planeta, y cuyo resultado es el incremento de la pobreza, incluida la energética.

Los colectivos más desfavorecidos no pueden empeorar su situación, por lo que la transición se tiene que realizar con justicia social. En el caso de los territorios y trabajadores y trabajadoras afectados es preciso adoptar medidas para

asegurar empleos alternativos en sectores sostenibles;

afrontar la crisis energética;

reducir la jornada laboral;

impulsar un mejor reparto del empleo y el desarrollo de otros mecanismos en torno a la Transición Justa que deben lograr que no se deje a nadie atrás.

• Democracia. La justicia y la democracia deben ser pilares fundamentales de todas las medidas que se apliquen, por lo que han de crearse los mecanismos adecuados de participación y control por parte de la ciudadanía para abordar las cuestiones sociales difíciles y para formar parte activa de la solución mediante la democratización de los sistemas energéticos, alimentarios, de transporte, etc. En estos procesos se debe garantizar la igualdad de género en la toma de decisiones.

Realizar un giro de 180 grados en las políticas comerciales internacionales, acabando con la firma de tratados de comercio e inversión que ahondan la problemática del aumento de gases de efecto invernadero vía incremento del transporte marítimo interoceánico, así como de la aviación civil, que dificultan la lucha contra el cambio climático a través de las cláusulas de protección de inversiones (ISDS). Las medidas de mercado no pueden sustituir la adecuada planificación de la transición ecológica.

Los países empobrecidos son los menos responsables de la degradación planetaria. Sin embargo, son a su vez los países más vulnerables a las consecuencias de esta ruptura de los límites. Los países más enriquecidos son quienes acumulan una mayor deuda ambiental. Por ello, y atendiendo a los criterios de justicia climática, deberán ser países como los europeos los que deban adquirir unos compromisos mayores. Se hace necesario revertir el hecho de que el 20% de la población mundial absorbe el 80% de los recursos naturales.

En defensa del futuro, de un planeta vivo y de un mundo justo, las personas y colectivos firmantes nos sumamos a la convocatoria internacional de Huelga Mundial por el Clima, una movilización que será huelga estudiantil, huelga de consumo, movilizaciones en los centros de trabajo y en las calles, cierres en apoyo de la lucha climática… e invitamos a la ciudadanía y al resto de actores sociales, ambientales y sindicales a secundar esta convocatoria y a sumarse a las distintas movilizaciones que sucederán el 27 de septiembre». 

Fin del Manifiesto 27 de septiembre Huelga Mundial del Clima

Mapa con todas las movilizaciones aquí

Y también aquí

Ana Baraca

Ser humano. De aquí. Escribiente. Pensante. Por la noche afilo lápices. Y busco señales. Detrás y delante. En el otro. Y dentro.